CONDUCTA SUICIDA EN EL AMBITO EDUCATIVO.

Toda muerte por suicidio puede ser un hecho devastador, un dolor insoportable e inefable para los familiares y personas allegadas, que se multiplica al preguntarse qué podrían haber hecho para prevenir esa prematura pérdida. Cada
número que pasa a engrosar parte de las listas de muertes por suicidio se refiere a una persona con nombre y apellidos, con una historia de vida, con una familia, con unos sueños y anhelos, con un futuro prometedor, y con una potencial contribución a la sociedad presente y futura que ya no podrá ser. Cada trágica pérdida de vida supone un
profundo impacto vital para muchas personas. Es un auténtico drama humano individual y colectivo, para quien lo
lleva a cabo y para su entorno más cercano, al tiempo que nos cuestiona a todos como miembros de la sociedad.
El suicidio es prevenible. Las muertes por suicidio se pueden prevenir con intervenciones oportunas, basadas en evidencia y, a menudo, de bajo costo. El abordaje de la conducta suicida es un imperativo, y una de las primeras líneas
de actuación para prevenirla es romper el silencio que la rodea. No se puede prevenir algo de lo que no se puede hablar. El primer objetivo en la prevención del suicidio es poder hablar, pero no de cualquier manera, hay que hacerlo
con responsabilidad, apoyándonos en información veraz, científica, que ayude a disminuir el tabú, el estigma y el oscurantismo asociados históricamente al suicidio. Para ello es necesario la información, la formación, la sensibilización y la concienciación de los diferentes miembros de la sociedad (jóvenes, familias, docentes, periodistas,
psicólogos, etc.).
Cada año mueren por suicidio en nuestro país más de 3500 personas, una cifra abrumadora. En el último informe
sobre causas de muerte en España del Instituto Nacional de Estadística (INE) en el año 2020, se revela que 3941 personas perdieron la vida por suicidio; no obstante, no existe aún en España un plan nacional para la prevención del
suicidio y solo algunas comunidades autónomas han desarrollado estrategias para su prevención. Se enfatiza la detección y derivación de las personas en riesgo de suicidio por parte de los profesionales de la salud sin que estos posean,
en muchas ocasiones, la formación o las habilidades que requiere esta labor. Adicionalmente, se asume que la población en riesgo de suicidio pasará por atención primaria en algún momento de su vida. La evidencia científica indica
que un número importante de las personas que mueren por suicidio tiene contacto con su médico de atención primaria. Un meta-análisis reciente (Walby et al., 2018) ha mostrado que aproximadamente un 26% de las personas acudieron a su médico en el año previo al suicidio incrementándose este porcentaje de forma numerosa en el caso de las
mujeres frente a los hombres. Además, recientes investigaciones muestran que el 31% de las personas que habían
acudido a psicoterapia, habían mentido sobre sus pensamientos de suicidio (Blanchard y Farber, 2020). Por consiguiente, parece evidente que la sociedad debe estar preparada para poder detectar los factores de riesgo y de protección, así como las señales de alarma en el contexto en el que la juventud suele moverse y vivir a diario: el sistema
educativo.
No obstante, el sistema educativo también debe prepararse. La prevención y abordaje de la conducta suicida no es
una asignatura que aparezca en los planes de estudios de los futuros educadores ni en muchos de los grados que forman a profesionales que ejercen su trabajo en equipos de orientación. La información debe llegar a los centros y debe
dotarse de herramientas a los profesionales para que sean capaces de conocer la realidad de la conducta suicida y
puedan realizar esta labor de detección, intervención y derivación con competencia. El presente trabajo pretende realizar aportaciones a este respecto. En primer lugar, se ofrece información sobre la conceptualización del fenómeno
suicida. Se facilitan datos sobre su prevalencia y se realiza una exposición de diversos mitos que rodean el fenómeno
y que impiden su adecuado conocimiento y detección. Asimismo, se describen cuestiones relacionadas con la etiología de la conducta suicida y se aportan algunas claves para su prevención y evaluación en el ámbito educativo. Por
último, se detallan algunas indicaciones para un adecuado tratamiento de las situaciones en las que, tristemente, se
produzca un suicidio en el centro educativo.

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