El daño cerebral adquirido es una lesión súbita en el cerebro que implica un cambio en la actividad neuronal que afecta a la integridad física, la actividad metabólica o la capacidad funcional de las células cerebrales y que se produce después del nacimiento y por tanto de origen no congénito, hereditario o degenerativo.
El daño cerebral adquirido y, sobretodo, sus consecuencias son una fuente de discapacidad que afecta a la globalidad de la persona, y que puede tener repercusiones en su entorno familiar, educativo, laboral y social.
Se estima que el 90% del daño cerebral se debe a causas externas (daño cerebral traumático) y que aproximadamente el 90% del daño traumático corresponde al daño cerebral leve o difuso. El 5-15% de estos niños presentará secuelas con posterioridad.
Sólo el 10% del daño puede ser atribuido a causas no traumáticas, como pueden ser las neoplasias intracerebrales, los accidentes cerebro vasculares, infecciones, alteraciones metabólicas y episodios de anoxia.
En la actualidad se considera que la recuperación varía en función de la edad en la que se produce la lesión, habiéndose identificado 3 periodos críticos básicos: a) uno antes del año de vida, b) entre el 1º y 5º años y c) después de los 5 años.
Sin embargo el daño cerebral en niños debe considerarse con mucha precaución. A pesar de las evidencias científicas algunos profesionales siguen pensando que la recuperación de la lesión cerebral en el niño es mejor que en el adulto.
Daño cerebral adquirido.
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