Las dificultades específicas en el aprendizaje de las matemáticas, pueden ser definidas en función de los siguientes criterios diagnósticos:
1. La capacidad aritmética (medida mediante pruebas normalizadas de cálculo o razonamiento matemático administradas individualmente) se sitúan significativamente por debajo de lo esperado en función de la edad, inteligencia y escolaridad. (Discrepancia entre el rendimiento esperado en función de la edad, del cociente intelectual y del nivel de escolarización y el real).
2. El trastorno de cálculo interfiere significativamente en el rendimiento académico del alumno o las habilidades de la vida cotidiana que requieren habilidad para el cálculo.
3. Si existen déficits sensoriales, las dificultades para el rendimiento en el cálculo exceden a las habitualmente asociadas a ellas.
Una de las primeras definiciones sistemáticas de este trastorno, se lo debemos a Kosc, quien en 1974 lo describe como un “(…) desorden estructural de las habilidades matemáticas que ha sido originado por un desorden genético o congénito de aquellas partes del cerebro que son el substrato anatómico-fisiológico directo de la maduración de las habilidades matemáticas adecuadas a la edad, sin un desorden simultáneo de funciones mentales generales”. El propio autor, ofrece paralelamente una clasificación de las discalculias, en la que distingue seis tipos, a saber:
③ Discalculia verbal: dificultad para nombrar cifras y términos matemáticos.
③ Discalculia léxica: dificultad para leer cifras y signos matemáticos.
③ Discalculia gráfica: dificultad para escribir cifras y signos matemáticos.
③ Discalculia pratognóstica: dificultad para comparar cantidades de objetos de modo manipulativo.
③ Discalculia idiognóstica: dificultad para comprender conceptos y relaciones matemáticas.
③ Discalculia operacional: dificultades para realizar operaciones matemáticas.
Una vez identificado someramente nuestro objeto de estudio, procedo a justificar su trascendencia teórica, a través de dos modelos que, en mi opinión, ilustran en buena medida las posibilidades que ofrecen los planteamientos psicológicos y pedagógicos en el estudio de las dificultades específicas en el aprendizaje de las matemáticas, así como en la oportunidad de derivar conocimientos que nos permitan mejorar tanto la comprensión del fenómeno, como sus causas, evaluación, intervención y prevención.