NEUROPSICOLOGIA Y EZQUIZOFRENIA.

La esquizofrenia (del griego, schizo: «división» o «escisión» y phrenos:  «mente») es un diagnóstico que describe un grupo de síntomas y signos que  están presentes en algunas personas. Se caracteriza por una mutación  sostenida de varios aspectos del funcionamiento psíquico del individuo,  principalmente de la conciencia de realidad, y una desorganización  neuropsicológica más o menos compleja, en especial de las funciones  ejecutivas, que lleva a una dificultad para mantener conductas motivadas y  dirigidas a metas, y una significativa disfunción social.  

Una persona con este diagnóstico por lo general va a mostrar un  pensamiento desorganizado (laxitud asociativa), delirio, alteraciones  perceptuales (alucinaciones), alteraciones afectivas (en el ánimo y  emociones) y conductuales. Los síntomas de la esquizofrenia son muy  variados, lo que sugiere que se trataría de varios trastornos, y no de uno  solo. Ninguno de estos síntomas es patognomónico de esta condición, lo  que dificulta el diagnóstico.  

1.1. Naturaleza.  

Ante la carencia de una anatomía patológica claramente identificable,  surgen legítimas dudas acerca de considerar la esquizofrenia una real  enfermedad. Cabe la discusión acerca del concepto de «esquizofrenia»,  como un concepto peyorativo cargado de sentido social, y de  estigmatización del sujeto que recibe este diagnóstico. Algunos autores han  llegado a proponer que las percepciones y sentimientos del esquizofrénico  tienen un real sentido y no implican necesariamente un menoscabo. Existe  un debate inacabado acerca de lo normal y lo anormal de esta condición. Si  a la alteración de las endorfinas y la dopamina en el cerebro le llamamos así  como tal, tendríamos que llamar a esa enfermedad «insuficiencia  dopaminérgica» o «insuficiencia endorfínica» crónica o aguda, según sea la  duración y desarrollo de esa alteración. Como lo hace la medicina en  general con la mayoría de los síntomas.  

La esquizofrenia es considerada por algunos autores como «psicosis  endógena», y a veces se la agrupa junto a la “psicosis maníaco depresiva”,  también considerada “endógena”. El término “endógeno” fue originado  como polaridad de lo “exógeno”, denominando esto último aquellas  manifestaciones psíquicas originadas en trastornos corporales, como  enfermedades cerebrales o sistémicas o producto de intoxicaciones con  diversas sustancias (lo que hoy se conoce como delirium (se mantiene este  término en latín para evitar la confusión con el delirio). El término  «endógeno»1 derivó de la idea de “degeneración” como “desviación malsana  de un individuo”, surgida en el siglo XIX, asociándola fuertemente a la idea  de predisposición hereditaria degenerada. Posteriormente lo “endógeno” fue  modificándose hacia la idea de “disposición” (más que “degeneración”), y  luego designó simplemente un origen desconocido, una psicosis sin base  somática conocida (pero se deja entrever que probablemente la tenga).  

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