TERAPIA BREVE ESTRATEGICA

La Terapia Breve Estratégica representa una intervención radical y duradera y no una terapia superficial y meramente
sintomática. Es una intervención breve y focalizada, orientada por una parte a la extinción de los síntomas y por otro
lado, a la reestructuración de la rígida percepción que las personas tienen de sí mismos, de los demás y del mundo. Es
decir, el primer objetivo para un terapeuta estratégico es resolver rápidamente los problemas y trastornos mentales
que pueden llegar a ser intrusivos e invalidantes no sólo para el paciente que lo padece, sino también para los que están a su lado. Es la eficacia -solucionar el problema- y la eficiencia -producir el cambio en poco tiempo y con el mínimo gasto de energía- lo que hace breve la terapia. Y para alcanzar este objetivo, es imprescindible una alta
performance por parte del terapeuta.
FOCAD
Formación Continuada a Distancia 3
Consejo General de la Psicología de España
A diferencia de los tradicionales enfoques psicológicos y psiquiátricos, un terapeuta estratégico no utiliza ninguna
teoría sobre la “naturaleza humana” y, por tanto, mucho menos definiciones relativas a la “normalidad” o “patología”
psíquica. En este sentido, podríamos decir que para este modelo, los trastornos mentales son el producto de un modo
de percepción y reacción disfuncional hacia la realidad.
Habitualmente, cuando se trata de problemas psicológicos, la tendencia es pensar en intervenciones psicoterapéuticas prolongadas en el tiempo, muchas veces imaginadas como un dilatado y espinoso viaje hacia el pasado en busca
de la causa del problema, o sea, cuanto más difícil sea el problema o la situación, más largo y arduo será el camino.
Sin embargo, esto es una forma de pensar reduccionista desde el punto de vista del proceso terapéutico al no tener
presente los aspectos estratégicos.
La característica fundamental del proceso terapéutico de la Terapia Breve Estratégica, desde un punto de vista teórico, es la renuncia a cualquier tipo de teoría determinista, evitando, de este modo, las limitaciones derivadas de utilizar un modelo teórico-normativo, cuya tendencia se orienta a verificar la validez de su propia teoría. El modelo
estratégico no se preocupa de respetar la teoría, sino de respetar el problema, sus características y el objetivo a alcanzar: la solución tiene que adaptarse al problema (y no al revés, como sucede con los modelo teórico-normativos). Este
aspecto diferencia la lógica estratégica de otras formas de intervención basadas en una teoría rígida que condiciona la
forma de intervenir con el paciente y que proponen, a priori, una descripción exhaustiva del problema. La intervención, desde el punto de vista estratégico, se crea paso a paso para alcanzar el objetivo, dejando a un lado cualquier
teoría rígida y fuerte. El valor de una teoría, para el enfoque estratégico, depende de su capacidad para idear una intervención que resuelva el problema de forma eficaz y eficiente.

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