Y ,¿QUE ES LA ANSIEDAD?

¿Quién no tiene preocupaciones en su vida de vez en cuando? ¿Quién no se ha levantado un día con un pensamiento en la cabeza que le persigue y le martillea de forma constante sin dejarle concentrarse en otra cosa?
Todos estamos sujetos a preocupaciones, decir «estoy preocupado» es algo normal y cotidiano. El día a día implica que nos veamos envueltos constantemente en tareas y responsabilidades, por eso parte de nuestro tiempo lo invertimos en buscar soluciones que nos permitan hacer frente a los inconvenientes con los que nos encontramos.
Preocuparse es bueno porque nos permite resolver los pequeños problemas, o grandes, que se nos plantean cada día, los que surgen en el trabajo, con la familia, con los niños, problemas que surgen en la conversación con un amigo,… Pero siempre y cuando esa preocupación sea fundada y nos permita ver alternativas. Lo que no es bueno, en ningún caso es la preocupación obsesiva.
El «darle vueltas a la cabeza» es lo que llamamos preocupaciones. El objetivo principal de las preocupaciones es encontrar soluciones, preocuparse es bueno porque nos permite buscar soluciones. Pone de manifiesto aquello que nos incomoda, aquello que nos inquieta y nos mueve a dedicar un tiempo para buscar soluciones pero hay personas que tienden a preocuparse en exceso y se quedan «enganchadas» a un pensamiento que les absorbe de manera obsesiva, cualquier cosa se convierte en un problema y la preocupación se convierte en la protagonista de sus vidas.
Entonces lo más grave es que pierde la capacidad de encontrar soluciones. La preocupación actúa de manera circular impidiendo ver más alternativas. En ese caso se ha convertido en un «PREOCUPADOR», alguien que no resuelve, solo se preocupa.
Cree que preocuparse es bueno, si se preocupa no le pasará nada malo, estará preparado,…
Actúa como si la preocupación fuera un amuleto que le protege, evitando que le pase aquello por lo que se preocupa.
En fin, utiliza un sin fin de argumentos para defender su postura, para defender aquella conducta que no puede evitar.
Les inquieta tanto el dejar de preocuparse como la propia preocupación. Es entonces cuando aparece el TAG (Trastorno de Ansiedad Generalizado).
Estas personas que lo sufren terminan pidiendo ayuda psicológica aunque ignoran que su malestar proviene de su forma de preocuparse, se manifiestan como que sufren ansiedad y que están deprimidas pero no lo relacionan con su forma de preocuparse. Hay que hacer entonces un gran trabajo terapéutico para que lleguen a ver la raíz del problema.
Hay terapias muy eficaces para solucionar este problema pero no servirán de nada si el que lo sufre no se implica en la terapia.
Por tanto, el TAG se diferencia de los demás trastornos psicológicos en que su eje es la PREOCUPACIÓN pero preocuparse es normal, es humano, entonces el problema está en lograr que consiga ser consciente de que ese es su problema, es decir, ver que algo tan usual y cotidiano, como es preocuparse, es la fuente del problema es difícil de asimilar.

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